IVÁN L. ALEMÁN RUIZ

MI ESTILO DE TRABAJO

Durante los más de quince años que llevo de práctica profesional, me han acompañado miles de horas de análisis personal con varios terapeutas experimentados, otras tantas de supervisión con supervisores de garantía internacional, el mantenimiento, desde siempre, de la supervisión mensual, entre iguales, con colegas para la revisión, y discusión de la tarea clínica cotidiana. La constante participación activa en eventos científicos y seminarios de postgrado de diversos modelos teóricos me fuerzan a estar atento y revisar, día a día, la forma de realizar mis tareas terapéuticas.

Ello, lentamente, ha ido creando mi particular estilo de trabajo, que garantiza, cada día, una mejoría en la comodidad y eficacia tanto para el paciente como para el psicólogo y/o terapeuta. Estas son sus características.

1. Rigor y fiabilidad, en cuanto es posible, en el abordaje de la complejidad del ser humano, en los aspectos teóricos y técnicos del modelo desde el que aborda la situación que el paciente o cliente le propone. Hay muchas y diversas teorías que intentan explicar el comportamiento humano. He intentado “comprender” seriamente algunas de las principales. Desde la teoría cognitivo-conductual (más de cinco años de estudio) hasta diversas corrientes psicoanalíticas (más de 16 años). He concluido que ninguna de las teorizaciones resulta exhaustiva ni excluyente y sí complementarias. Mi opción básica y preferente, sin excluir ninguna cuando las necesidades del paciente-cliente lo precise, es el modelo llamado “Analítico-vincular” Se resume así: desde que nacemos hasta que morimos estamos vinculados a personas. De la calidad de los vínculos depende la calidad, el bienestar de la persona y su facilidad en la toma de decisiones. Trabajar en terapia los vínculos pasados y presentes redundará, sin duda, en una mejora de la salud, el bienestar, el crecimiento personal, la solución de sus conflictos internos, el mejor manejo del entorno y la libertad en la toma de decisiones. Dispongo de todas las justificaciones académicas, titulaciones, certificaciones y acreditaciones que justifican con creces mi capacitación para desarrollar la tarea con garantías suficientes.

2. Garantía de un marco terapéutico, seguro y eficaz para el paciente o cliente, libre de contaminaciones y ambigüedades, donde prima su necesidad por encima de las pretensiones narcisistas del profesional y se evite cualquier tipo de iatrogenia. Para ello el psicólogo-psicoterapeuta dispone de las certificaciones correspondientes donde consta que ha sido analizado personalmente durante cientos de sesiones para garantizar la distancia necesaria entre sus carencias y las del paciente o cliente.

3. Interdisciplinariedad y pluralidad de abordajes. Consciente de la complejidad y globalidad del comportamiento del ser humano y de que, por definición, la persona es psicosomática. Cuando lo precisan las necesidades del paciente-cliente se combina el tratamiento individual con otros como pueden ser: el grupal, terapia manual, educación nutricional, yoga, abordajes cognitivo-conductuales, farmacológico, etc. Propicia un abordaje integral. Para ello se dispone de una amplia red de contacto de profesionales de la salud que se prestan mutua colaboración.

4. Acogida cercana, solidaria y auténtica. Las garantías expuestas anteriormente facilitan al psicólogo-psicoterapeuta proponer al paciente-cliente un entorno acogedor, entrañable y solidario con sus necesidades económicas y sociales donde el paciente o cliente se encuentre contenido, escuchado y aceptado en un clima propicio para poner fuera su mundo interior sin sentirse juzgado, ni adoctrinado ni discriminado. Entorno auténtico donde el afecto no está reñido con la claridad, el enojo, la frustración, la satisfacción y el esfuerzo en el progreso al servicio de la mejora del paciente o cliente.